ISSN 2362-1850. Publicación cuatrimestral.
Año 56 N° 24. Mayo 2022-Febrero 2022.
10 Años Unidad Sociológica
Grupo de lectura sobre análisis sociológicos clásicos y contemporáneos (GLASCyC)
Cultura digital, comunicación y acción política
Silvia Lago Martínez
Profesora de la Facultad de Ciencias Sociales e Investigadora del Instituto Gino Germani, UBA
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Resumen
El artículo reflexiona en torno a la emergencia de una cultura digital propia de las sociedades contemporáneas. En éste marco se aborda la noción de cibercultura (o cultura digital) como la imbricación de las tecnologías digitales en los procesos culturales actuales, de tal forma que ésta no se agota en el ciberespacio (cultura online) sino que se articula con los procesos de interacción social en un contexto cultural más amplio. Se reseñan las peculiaridades de la acción colectiva en la última década, la reformulación de una nueva esfera entre lo público y lo privado, las estrategias de intervención política y activista en la lucha por otra hegemonía y el salto tecnológico en la apropiación de las tecnologías digitales y recursos de comunicación online.
Palabras clave
Cultura digital – tecnologías digitales – internet – protesta social – movimientos sociales.
Agradezco a los editores de la revista por la invitación a escribir una introducción al dossier del presente número. Este texto tiene la intención de presentar algunas controversias que sobre la emergencia de nuevos modelos culturales, surgidos a partir de las tecnologías de la información y la comunicación, se debaten en las últimas dos décadas y comentar los resultados de las investigaciones que sobre ésta temática venimos desarrollando con el equipo de investigación desde hace más de diez años. Podemos pensar que esta diversidad de voces, favorece la pluralidad de sentidos profesionales, pero también, ocasiona ruido y confusión en el proceso de conformación de la identidad profesional de los diseñadores y en el modo en que nos autopercibimos como miembros de esta comunidad disciplinar.
La cultura digital
Las transformaciones en las sociedades contemporáneas están vinculadas a las formas dominantes de información, comunicación y conocimiento, pero también a las transformaciones en la sensibilidad, las relaciones sociales, las narrativas culturales y las instituciones políticas. Todas estas expresiones contribuyen a la conformación de novedosas expresiones de la cultura que conllevan nuevos conocimientos, nuevas maneras de ver el mundo, nuevas pautas de comportamiento, nuevos lenguajes y herramientas que inciden en todos los ámbitos de la vida cotidiana.
Las interacciones sociales mediadas por computadores, tabletas y teléfonos inteligentes y las aplicaciones como redes sociales digitales, los blogs, wikis, juegos en línea, televisión interactiva, comercio electrónico, producción de música y video y muchos otros desarrollos de Internet, se encuentran en constante cambio y configuran una nueva idea de cultura: la cultura digital o cibercultura.
La mayoría de las definiciones de cibercultura tienen como común denominador el hecho de referirse a la cultura generada en torno a las tecnologías de la información y comunicación (TIC), y más concretamente a Internet y a la vida en el ciberespacio (Kerckhove: 1999, Piscitelli: 2002, Ardévol: 2003, Levy: 2007). Ahora bien, los términos: cultura digital y cibercultura, ¿quieren decir lo mismo? El vocablo cibercultura es un neologismo que combina las palabras cultura y la expresión ciber que proviene originalmente de la palabra cibernética, término que connota una inscripción en un espacio de cognición entre los humanos y las máquinas a través, según Derrick de Kerckhove, de un lenguaje universal, el digital, configurado desde el surgimiento de las computadoras e Internet. Ambos términos son muy cercanos y se utilizan la mayoría de las veces como sinónimo. Sin embargo algunos especialistas entienden que la cibercultura abarca una serie de fenómenos culturales que surgen con la utilización de las tecnologías digitales, alude más bien a una forma de vida que se caracteriza por un sentido de comunidad y que se logra mediante de la interacción permanente con otros que comparten un conjunto de objetivos, un ejemplo de ello son las denominadas comunidades virtuales. En tanto, la cultura digital podría referirse al conocimiento y uso de tecnologías, así como estrategias que permiten su apropiación. La cultura digital, desde esta perspectiva, implica “saberes digitales”. Sin embargo, no cabe duda de que todos quienes acceden a las redes sociales, a las comunidades virtuales y recorren la Red en busca de información, son parte de esta manifestación cultural (Ayala Pérez, 2011:49). De manera que estos conceptos no se delimitan claramente. En nuestra propuesta y como producto de los hallazgos producidos en nuestras investigaciones [1], se comprende la cultura digital como la imbricación de las tecnologías digitales en los procesos culturales de las sociedades contemporáneas. De ésta forma se entiende que el estudio de la cultura digital no se agota en el ciberespacio (cultura online) sino que se agrega la hipertextualidad entre los distintos medios de comunicación social e industrias culturales (radio, cine, televisión, etc.) y los procesos de interacción social en el contexto cultural más amplio. Integra agentes y prácticas culturales, interacciones y comunicaciones, colectivos, instituciones y sistemas organizativos en una multiplicidad de contenidos y representaciones simbólicas junto con valores, interpretaciones, legitimaciones, etc.
Rocío Rueda identifica tres estadios de los estudios sobre la cibercultura cuya evolución ha estado ligada a nuevas preguntas y campos de investigación en América Latina (2008:8). La autora señala que en el primer estadio, hacia mediados de la década de los ochenta, los estudios se caracterizaron por pensar Internet como “una nueva frontera de la evolución de la civilización”, el ciberespacio conformaba un mundo “virtual”, con características propias en relación con el mundo de lo “real”. En el segundo, en los noventa, los trabajos comenzaron a centrarse principalmente en las comunidades virtuales y las identidades on line (Rheingold, Turkle) y es aquí donde se comienza a debatir el concepto de cibercultura.
En la tercera etapa, desde 2000, se abre un abanico de investigaciones con distintos enfoques, donde se comienza a considerar la cultura digital y su entorno como un espacio de empoderamiento, construcción, creatividad y comunidad en línea. Se expande la noción hacia las interacciones, los discursos, el acceso y la brecha digital. Al mismo tiempo se desarrollan los estudios del campo de la comunicación y la cultura y los estudios culturales, que es posible apreciar en los trabajos de Martín-Barbero y García Canclini, entre otros.
Ya a mediados de 2000, destaco particularmente las investigaciones que analizan la apropiación y rediseño tecnológicos desde las prácticas culturales y los movimientos sociales, los cuales señalan la combinación de prácticas culturales, sociales y políticas de nuestras sociedades. En esta línea de investigación, encontramos las investigaciones de Rueda (2008, 2012), nuestros propios estudios (Lago Martínez: 2006, 2008, 2012) y muchos otros, que centran la mirada en las formas de mantener y establecer vínculos sociales a través de las tecnologías y sus peculiaridades en sujetos colectivos y movimientos sociales.
Sobre esta dimensión de los estudios sobre la cultura digital se enfocan nuestras investigaciones, que abordan, entre otros problemas, las formas y contenidos de la intervención política de colectivos y movimientos sociales que se apropian de las tecnologías digitales y del lenguaje audiovisual para la intervención política y activista.
La intervención política y activista
Desde fines del siglo XX, la Red (el ciberespacio) comienza a reflejar dinámicas y dimensiones de lucha de fuerzas globalizadas, localizadas y territorializadas, que dan cuenta de una nueva estructura de poder en el contexto histórico contemporáneo. El espacio público urbano de interacción cara a cara se matiza con una nueva dimensión en relación con la inmaterialidad de las redes electrónicas. La intervención política y cultural de colectivos y movimientos sociales pone el acento en la comunicación y la imagen, integrando las expresiones escritas, visuales, audiovisuales y gestuales de la cultura contemporánea. Se reapropian del espacio simbólico para intervenir en el imaginario dominante y otorgar nuevos sentidos, significaciones e imágenes desde prácticas comunicacionales articuladas en red, construyendo acciones y proyectos colectivos a nivel local y global.
La dimensión estética y comunicativa de la acción política contemporánea es medular y está entrelazada con la cuestión de la representación. Estos medios son complementarias a la acción directa y con Internet se despliegan “creando una representación a escala y una multiplicidad de significados de tal dimensión que una experiencia de acción directa estrictamente corpórea no podría sostener” al tiempo que la diseminación de los medios de representación por medio de Internet es uno de los grandes cambios que han transformado las posibilidades del activismo político (Holmes, 2005: 225).
Se establece un nuevo territorio demarcado por los vínculos entre prácticas creativas, política y producción de subjetividad, donde la dimensión estética y comunicativa es central; se combina activismo, transformación de la esfera pública y organización militante. La información y la fluidez de la comunicación pasan a ser un requisito indispensable para articular las acciones.
Una dimensión de la acción política a través de la activación de redes sociales electrónicas y otros dispositivos digitales se ha visto en las convocatorias a marchas, manifestaciones y otras acciones en el espacio público donde las tecnologías digitales han jugado un papel catalizador. Contamos con numerosos ejemplos en escenarios locales e internacionales del desarrollo de acciones con fines de intervención política o como expresión de demandas populares, organizadas desde las redes sociales por ciudadanos que no necesariamente adscriben a partidos o agrupaciones políticas.
El ejercicio de la comunicación en red y los medios alternativos han sido fundamentales para facilitar la articulación y dar visibilidad a diversas movilizaciones, desde la primavera árabe, la crisis financiera en Europa y en los Estados Unidos hasta las protestas que ocurren en América Latina [2].
Por su parte, en Argentina, las redes sociales digitales y otros dispositivos de Internet han sido y son utilizados intensamente para la protesta y la denuncia fundamentalmente en oposición a las políticas gubernamentales. Se utilizan los teléfonos móviles (con altísima penetración en nuestro medio) para mostrar lo que ocurre en el terreno de la acción en cada una de las convocatorias que se realizan en las principales ciudades del país, y la plataforma de video on line YouTube para reflejar las protestas realizadas simultáneamente en diversas partes del mundo.
Otra dimensión de la acción política, es aquella que refiere a grupos y colectivos organizados con proyectos comunicacionales y culturales que cuentan con objetivos políticos claros y que producen transformaciones en el campo de las prácticas políticas y militantes en su medio. Son grupos que desenvuelven proyectos comunicacionales (TV y radio por Internet, agencias de comunicación alternativa), artísticos (teatro, documental político, fotografía, plástica), de intervención callejera (esténcil, afiches, gráfica), y que trabajan con herramientas audiovisuales para la protesta social, formando parte y/o acompañando a los movimientos sociales [3].
Dentro del primer grupo las identidades se definen desde distintas posiciones políticas e ideológicas y estrategias comunicacionales. Los colectivos se encuentran fuertemente vinculados a los movimientos sociales más dinámicos de las últimas dos décadas en la Argentina, así como también al arco de la izquierda partidaria y no partidaria de nuestra sociedad. Se puede decir que conforman el apoyo o soporte artístico y comunicacional de movimientos sociales -derechos humanos, piqueteros, empresas recuperadas- y partidos de izquierda con un mayor o menor involucramiento, es decir formando parte de manera orgánica o acompañando sus luchas. Cuentan con experiencia de activismo político previa, donde la revuelta popular de 2001 les ofreció un campo experimental para su propia consolidación, la conformación de múltiples redes y el desarrollo de nuevas estrategias de confrontación. Desarrollan espacios de comunicación audiovisual y artística con la intención de narrar e intervenir en los acontecimientos políticos y sociales, deviniendo al mismo tiempo en productores de información. A través de su propio relato se vislumbran diferentes procesos, significaciones particulares, reglas propias, ideas grupales y proyectos políticos compartidos.
En el segundo conjunto, los colectivos provienen de búsquedas contraculturales en el arte y la tecnología, donde los proyectos surgen de la interacción con otros, del encuentro de subjetividades y proyectos creativos. Estos colectivos apoyan acciones organizadas por movimientos sociales, sin tener una identificación total con sus luchas y reivindicaciones, es decir despliegan una militancia cultural pero no integran un movimiento social como tal, sin embargo sus acciones en general coinciden con reivindicaciones populares. La no identificación partidaria –al menos del colectivo, no necesariamente de sus miembros – forma parte de su identidad. Son los sentidos o valores que sustentan los que los motivan a pertenecer a uno u otro colectivo. Coincidiendo con Rueda (2012) las tecnologías vehiculizan lenguajes e involucran la actualización de nuevos soportes, la movilización de acciones, la articulación de expresiones creativas, la generación de nichos para las obras y los procesos de enlace de realidades que desbordan las industrias culturales.
En estos grupos y colectivos la construcción política se sostiene en la edificación de lazos colaborativos dentro y fuera de la red, en comunidades de proyectos como posibilidad de establecer diálogos con otros en la afectación de los espacios off y on-line, como una manera de participar en diversas esferas públicas.
A modo de epilogo
La transición de la sociedad contemporánea está en marcha, pero resulta difícil dilucidar si la cultura digital emergente cuenta con determinados valores que le son definitivamente propios o forman parte de los cambios de época. Lo que es indudable es que la cultura y la intervención política sufren enormes transformaciones. Los grupos y colectivos que conforman el corpus de nuestra investigación desarrollan una actividad sostenida en este campo de la cultura en los últimos diez a quince años. Las relaciones de poder que expresan pueden parecer osadías de corto alcance que corresponden a grupos reducidos en la sociedad contemporánea, sin embargo ésta lucha permanente inquieta a gobiernos e industrias de la cultura que deben reforzar controles y repensar estrategias.
Por otra parte, el ciclo de protestas a escala mundial de los últimos cuatro años con los indignados de España, luego Occupy Wall Street, las protestas en Brasil y muchas otras, también dan cuenta de nuevas expresiones culturales. Los fenómenos mencionados parecen ser protagonizados por jóvenes educados, de clase media que se apropian de las tecnologías y recrean nuevas formas de protesta y denuncia. Incluso algunos especialistas denominan a éstos jóvenes como la generación “Y”, nativos de la era digital. Sin embargo no es posible aseverar que todas las acciones colectivas en el mundo son protagonizadas sólo por jóvenes no partidistas. Tampoco que todas ellas nacen en las redes sociales. Es difícil prever a dónde conducirán las protestas multitudinarias. Los procesos políticos organizados y amplificados por redes sociales pero sin correlato orgánico, presentan una debilidad en términos de traducir e institucionalizar demandas o propuestas, sin embargo los marcos organizativos en su dinámica, se van construyendo.
Internet, y las tecnologías digitales en general, crean las condiciones para el activismo social como una forma de práctica compartida que permite sobrevivir, deliberar, coordinar y expandirse, todas experiencias que amplían el horizonte de la intervención política de un modo que ya no tiene vuelta atrás.
Bibliografía
Ayala Pérez, Teresa (2011): Saber y Cultura en la Era Digital en Revista Austral de Ciencias Sociales, N° 20, Universidad Austral de Chile.
Ardévol, Elisenda (2003): La cibercultura: un mapa de viaje; aproximaciones teóricas para un análisis cultural de Internet, Aportaciones al Seminario Pensar la Cibercultura; Fundación Duques de Soria. Disponible http://eardevol.files.wordpress.com/2008/10/eardevol_cibercultura.pdf
Castells, Manuel (2012): Redes de Indignación y esperanza, Alianza, Madrid.
Castells, Manuel (2000): La era de la información. Economía, sociedad y cultura, Tomo 2, Siglo XXI, México.
Holmes, Brian (2005): Estéticas de la igualdad. Jeroglíficos del futuro, en Brumaria, Nº 5, Madrid.
Kerckhove, Derrick de (1999): La piel de la cultura. Investigando la nueva realidad electrónica, Gedisa, Barcelona.
Lago Martínez S, coord. (2012): Ciberespacio y Resistencias, Exploración en la cultura digital, Hekht, Buenos Aires.
Lago Martínez Silvia (2008): Internet y cultura digital: la intervención política y militante en Nómadas, N° 28, abril, IESCO, Bogotá.
Lago Martínez S., Marotias A., Marotias L., Movia G. (2006): Internet y lucha política. Capital Intelectual, Buenos Aires.
Lévy, Pierre (2007): Cibercultura. La cultura de la sociedad digital, Anthropos, México.
Piscitelli, A. (2002). Ciberculturas 2.0. En la era de las máquinas inteligentes. Buenos Aires: Paidós.
Rueda Ortíz, Rocío (2008): Cibercultura: metáforas, prácticas sociales y colectivos en red en Nómadas, N° 28, abril, IESCO, Bogotá.
Rueda Ortíz, Rocío (2012): Ciberciudadanías, multitud y resistencias en Ciberespacio y Resistencias, Exploración en la cultura digital, Hekht, Buenos Aires.
Notas
[1] Se refiere a las investigaciones: Internet, cultura digital y contrahegemonía: nuevas formas de intervención militante; Internet: un nuevo campo para la acción colectiva; Política y creatividad social: nuevos escenarios en la cultura digital, desarrolladas bajo mi dirección entre los años 2006 y 2014 en el Instituto Gino Germani, con financiamiento de la Universidad de Buenos Aires
[2] Algunas rebeliones en el mundo: los grupos 15-M (Indignados) en España, Occupy Wall Street estadounidense, Islandia, Grecia, Portugal, Rusia, Italia, Turquía. La primavera árabe: Egipto, Irán, Libia, Baréin, Túnez, Yemen, Marruecos, Siria. En América Latina: México, Chile, Brasil, Argentina, Venezuela, etc.
[3] Grupos y colectivos abordados en nuestras investigaciones: en el campo de la comunicación Prensa de Frente, TV PTS, Agora TV, Barricada TV, Canal.
[4] Darío y Maxi, Antena Negra TV, FM en tránsito, Radio La Tribu (Fábrica de Fallas). En cine y videoactivismo: Ojo Obrero, Alavío, Contraimagen, Movimiento de documentalistas, Documentalistas Argentinos (DOCA), Festival de Cine de la Clase Obrera (FELCO). Arte y diseño gráfico: Mujeres públicas, Etcétera, Grupo de Arte Callejero (GAC), Iconoclasistas, SUB Cooperativa de Fotógrafos, Compartiendo Capital. Música: Red Panal, Burn Station, Culebrón Timbal. Editorial: Feria del Libro Independiente (FLIA).
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