Unidad Sociológica

ISSN 2362-1850. Publicación cuatrimestral.

Año 5, N° 22. Junio 2021-Septiembre 2021.

Los otros diseños. Usos, sentidos y tensiones en torno al diseño como categoría polifónica

Grupo de lectura sobre análisis sociológicos clásicos y contemporáneos (GLASCyC)

«El diseño como excusa».

Entrevista a Paula Miguel.

 

Por Juan Martín Bello y Valeria Cynthia Diaz

 

  Ingresos a este artículo: artículo pendiente de descarga.

 

Paula Miguel es Socióloga, Profesora Regular de Sociología e Investigadora CONICET en la Universidad de Buenos Aires. Especializada en análisis cultural, análisis cualitativo y más recientemente en ciencia de datos. Uno de sus análisis sobre industrias creativas y el emprendedorismo estético-cultural en los sectores medios argentinos puede leerse en Emprendedores del diseño. Aportes para una sociología de la moda (Eudeba, 2013)..

 

 

 

La primera pregunta tiene que ver con tus primeros intereses, ¿cómo surgió tu interés por estudiar Sociología? ¿Qué te marcó en esta etapa de formación?

 

¡Ay, fue hace tanto tiempo que no me acuerdo! Cuando terminé el secundario, primero quería estudiar Arquitectura, quería estudiar fotografía. Como que mis padres me dijeron ‘algo en la universidad tenés que hacer.’ En ese momento miré los planes de Filosofía, Sociología, Ciencias de la Comunicación, varias del lado de las ciencias sociales en la UBA. Y me terminé anotando en Sociología, porque me parecía que se enfocaba en un eje claro, y, digamos, era relativamente llevadero el programa de estudio. Me parecía algo más dinámico que Filosofía, por ejemplo, o ese tipo de carreras. Cuando yo la cursé, era una carrera súper numerosa, no como ahora; eran teóricos de doscientas personas, ese estilo de trabajo. Lo llevé relativamente bien, no es que me resultara muy complicado hacer la carrera. De hecho, la hice bastante rápido. La carrera fluyó. Tal vez sí en el tramo final de la carrera, cuando se cursan las materias electivas y los seminarios de investigación se definieron intereses más claros. Me interesaban lo que llamamos “las teorías”, que son materias que se dedican a la lectura sistemática de un autor. Uno tenía que hacer tres de esas a elección, según el programa, pero yo hice un montón. Y también me interesaban las materias del área de cultura, sobre problemas específicos de esa temática. Hice varias también, me licencié con orientación en Cultura. Pero durante la carrera no me vinculé con equipos de investigación. No tenía mucho vínculo con la carrera más allá de un grupo de compañeros de estudios y ese estilo de cosas.

En paralelo además estudiaba Letras, porque tenía esa inquietud, siempre me interesó mucho el tema de los lenguajes, de los distintos idiomas y todo lo que surge a través del uso de las palabras, construcciones de significados, etcétera. Y entonces, como estaba medio indecisa, hacía las dos carreras a la vez. Bastó tener un par de materias para desistir de seguir cursando Letras, pero avancé bastante en la parte de teoría lingüística, que después me sirvió mucho en mi formación como socióloga.

 

Y una vez egresada, ¿cómo fue tu inserción en el mundo laboral vinculado con la carrera?

 

Me recibí en 2002. Eran momentos complicados. El panorama laboral -y general- no era muy optimista. Sí, durante la carrera yo había hecho cosas en estudios de mercado. Trabajaba, por ejemplo, haciendo o codificando encuestas, grillando, ese estilo de cosas, en algunas consultoras. Eso era como algún tipo de inserción laboral vinculada a la carrera. Tuve la suerte de que mis padres me ayudaran bastante económicamente durante la etapa de estudios y yo hacía esos trabajos part time o durante algunos meses del año, para poder pagarme las vacaciones o algunos gastos extra para mí, etcétera. No es que tenía que trabajar full time.

Pensando en la inserción académica, uno de los últimos seminarios que cursé fue el de Lucas Rubinich, sobre sociología de los intelectuales. Para terminar hice un trabajo de investigación sobre cómo se había construido la idea de deuda externa en la Argentina, digamos, saberes expertos y discurso intelectual, o sea, nada que ver con lo que terminé investigando después. Y ahí Lucas me pregunta '¿qué vas a hacer ahora que te recibís?' y yo le dije 'voy a hacer corte y confección', como en chiste, contándole que me interesaban los negocios de ropa que estaban surgiendo en ese momento. Y él me dijo: '¿por qué no armás un proyecto con eso?'.

Entonces, en ese momento como que empecé a pensar un poco más en serio en esas cosas, en relación con la moda y el diseño, que por ahí había empezado a trabajar en otros espacios de la carrera, como el seminario que daba Ana Wortman sobre consumo, pero que no era exactamente lo que terminé trabajando después. Con estas preguntas que me planteaba Lucas, empecé a armar un proyecto de investigación, pensando no tanto en cuestiones de la moda y eso, que por ahí habían sido ideas iniciales, sino más bien, en cómo estaba creciendo el diseño, en industrias que estaban arrasadas en ese momento, ¿no? Cómo crecían las carreras de diseño en ese contexto que, insisto, era uno de los peores momentos que nos tocó vivir en el país, creo. Ahí es que me presento a CONICET, con Lucas como director y en 2004 obtengo la beca de posgrado para hacer una maestría. Hice la maestría en Sociología de la cultura y análisis cultural en la Universidad de San Martín, en ese momento y después empalmé con el doctorado.

 

¿Cómo fue todo el proceso de definir el trabajo de campo en relación al diseño en ese momento que vos estás planteando?

 

En ese momento, cuando yo empiezo a refinar, un poco, cómo abordar, o cómo darle una estructura a esto –que muchas veces, digo, la vida te va planteando preguntas, intereses, todo el tiempo, o cosas que te despiertan la curiosidad, yo siempre fui muy curiosa– había muchas cosas que yo veía que me llamaban la atención. Por un lado, Palermo, fines de los noventas, año 2001. El barrio Palermo, que después explota como barrio del diseño, ya empezaba a tener sus locales... Pensemos que yo en ese momento también era una chiquilina, salía mucho a la noche, tenía como una vida un poco más lúdica que la de hoy en día. Salía mucho por un circuito que ahora no existe más, en el centro de la ciudad, donde había boliches tipo el Morocco, Ave Porco, El Dorado, y ahí se mostraban cosas que tenían que ver con toda una cosa de actualización de lo cultural, por ejemplo, en la música, en el cine y ahí estaba también el diseño de indumentaria. Empezaron a aparecer cosas que llamaban la atención.

A partir de ahí empieza a tomar forma esa pregunta, qué pasa con estas cosas que están llamado la atención y que yo empecé a sistematizar en la órbita de profesionales, formados en diseño –que ahora lo digo mucho más claramente, en ese momento por ahí era más una nebulosa– y este descalabro que planteaba la crisis respecto de lo que la acción racional indicaría, ¿no? Gente que tal vez tenía unos años más que yo y que estaban montando sus negocios. Gente que salía de la universidad, formada en carreras para las que la industria todavía no estaba muy preparada. Primero, por las condiciones macroeconómicas de crisis en ciernes, pero también, en cuanto a cabeza empresarial, si se quiere, tampoco muy aggiornada todavía como para incorporar esas nuevas carreras. Era el momento del boom de las carreras de cine, el boom de carreras de gastronomía, de todas esas carreras nuevas, Diseño de Indumentaria, Diseño, Imagen y Sonido. O sea, cosas que eran atractivas en ese momento para una franja de gente joven que se estaba formando en aquel tiempo.

Retomando la pregunta, el recorte lo fui armando en función también de las capacidades que tiene uno como equipo de investigación, unipersonal, básicamente. En ese sentido siempre fui bastante pragmática. 'No nos vamos a complicar la vida, ¿puedo estudiar a toda la gente que se recibió de diseño de indumentaria? No, bueno, ¿cuál es el grupo que más me interesa? Los que armaron su negocio. Okay, ¿cualquiera que armó su negocio? No, los que tienen un título acreditado por la universidad, según el cual se formaron como diseñadores o diseñadoras, ¿de cualquier universidad? No, vamos a tomar a la Universidad de Buenos Aires, que era la primera, la más numerosa, bueno, con todas las cosas que tiene la UBA, gente en políticas públicas o en gestión sobre el tema, etcétera, etcétera'. Así, fui circunscribiendo universos de interés, a la hora, sobre todo, de desarrollar las entrevistas y ese tipo de cuestiones que tal vez es lo más trabajoso y engorroso. Tenés que poder definir criterios claros y consistentes para arrancar, pensar una muestra, complementarlo con otras fuentes. Después, observaciones en distintos eventos, esas cosas son más manejables, cuando uno es una sola persona llevando adelante su investigación. Y después, también, mucho trabajo con fuentes secundarias, construyendo indicadores de cómo se transformaba el sector, tanto en la industria como el de estas pequeñas empresas (porque en esa época todavía no se hablaba de emprendimientos) y tratar de tener como una mirada un poco más desde el lado de la sociología económica, si se quiere, para no perder de vista la dimensión económica de todas estas cosas, y para eso era necesario buscar fuentes, y trabajar con ellas.

Mi trabajo estaba muy atento a los cambios culturales de ese momento. A medida que las cosas se iban desarrollando acá, en Buenos Aires (esto que yo les decía, boom de nuevas carreras, boom de festivales organizados por el Gobierno de la Ciudad, por ejemplo, el BAFICI, cine independiente, había como muchas cosas así, con lo independiente), a mi modo de ver, estos procesos iban de la mano con la debacle en términos económicos, donde la industria realmente estaba pasando por un muy mal momento, la producción de bienes en general. Ahí es como que todas estas cuestiones de producción de bienes y servicios creativos empiezan a tener mucha visibilidad. Y también esta cosa que parece un poquito como magia, de que parece como que de la nada aparece un valor que se puede vender en el mercado. Y un poco eso era lo que a mí me resultaba atractivo, seguir esta pregunta o esta línea de investigación, que en ese momento era como algo muy preliminar o incipiente, estaba como en sus primeros momentos. Fue un momento un poco solitario también. Hoy el diseño no es una novedad para nadie.

Yo tuve la posibilidad de armar un proyecto de investigación viable, y eso me permitió tener una beca de posgrado del CONICET para poder desarrollarlo. En esa formación de posgrado, si bien yo seguía en esa especialización, en lo que es el análisis de la cultura, los contenidos culturales, no perdía de vista la cuestión de la parte económica. Esto de las industrias creativas, por ejemplo, estaban como muy en auge, internacionalmente, y acá también se estaban apareciendo como tema. Y en relación con eso es que mi mirada y el análisis tenían que ver con cómo se construía ese valor de los bienes de diseño, de diseño de indumentaria, fundamentalmente, que era como la rama del diseño que más había crecido en ese momento y que realmente en muy poquitos años, entre el año 2000 y 2005 constituyó un fenómeno urbano directamente, y cambiaron el barrio de Palermo. Digo, Palermo es más o menos algo parecido a lo que hoy conocemos, de la mano de los negocios de diseño, sobre todo de indumentaria y de la gastronomía. Y, en segundo lugar, bueno, mobiliario, objetos, otras ramas del diseño profesional, pero, sobre todo, el circuito que se armó, con locales de indumentaria, de accesorios, etcétera, era algo que le estaba dando una impronta al barrio en ese momento.

 

Pensando en este contexto y la temática del diseño en nuestro país, ¿Cuáles fueron tus reflexiones con respecto a la categoría de “Diseño de Autor”?

 

Hay una serie de cuestiones, de cómo empieza a circular esto que en ese momento era novedoso. Recién les decía, hoy en día el diseño no sorprende a nadie. Cualquiera sabe más o menos de qué se trata cuando le dicen 'eso es de diseño'. ¿A qué remite eso? Bueno, en ese momento, los egresados de las carreras de diseño no encontraban fácilmente una inserción. En parte esto era porque no se entendía muy bien para qué podía servir una diseñadora o un diseñador. El público amplio tampoco entendía muy bien qué era algo de diseño. Todo eso requiere de una serie de relaciones, de dinámicas que se van concatenando. No porque haya un plan maestro ni mucho menos, sino porque las cosas se ponen a andar, las personas van haciendo cosas y eso va decantando en algún u otro lugar. Entonces, algo que pasa, cuando los primeros emergentes de esos emprendimientos, hoy llamados emprendimientos, en ese momento eran empresas de diseñadoras, de diseñadores, formados en la universidad, empiezan a tener visibilidad y de alguna manera van ganando como un espacio en el discurso público, ya sea en las revistas, en los suplementos de los diarios, desde la propia recepción de la universidad, etcétera, etcétera. Y ahí es donde poco a poco se empieza a construir esta noción de “Diseño de Autor", que antes no existía. Si ustedes buscan en los años noventa, nadie hablaba de diseño de autor, casi nadie hablaba de diseño, por lo menos de indumentaria. Y, de hecho, entre el año '98, '99, 2001, había distintas maneras de mencionar, por ejemplo, le llamaban, a veces diseño independiente, luego, diseño argentino, aparecían distintas formas de denominarlo, ¿no? Pero en algún momento, en el cruce de estas distintas lógicas, periodistas de moda, gente profesional, distintas miradas, y yo creo que, sobre todo, el rol de la prensa escrita –como contribuyendo a fiscalizar ciertas nociones que permitan transmitirle a un público amplio de qué se trataban estas novedades–, hicieron que se fuera sedimentando esta categoría del “Diseño de Autor” asociada a estos jóvenes profesionales que desarrollaban sus propios emprendimientos, sin que eso necesariamente fuera, al menos en lo que surgía de las entrevistas que yo hice con distintas camadas de graduados, una etiqueta auto impuesta.    Me decían, 'yo no sé si hago o no hago Diseño de Autor', pero es una categoría que durante un lapso de tiempo importante, creo, al menos durante unos buenos diez años, fue muy útil para dar cuenta de este fenómeno. En realidad, de lo que estamos hablando es de diseño profesional, y no de cualquier tipo de profesional, sino de profesionales formados en la universidad, con las características que nosotros conocemos, sobre todo cuando miramos a la Universidad de Buenos Aires. Aunque hay otras universidades que han desarrollado sus carreras de diseño, la UBA siempre fue la que tuvo matrículas más numerosas, mayor cantidad de graduados, graduados que performaban muy bien no sólo en el ámbito nacional, sino también en el ámbito internacional, ganando premios, además de desarrollar sus empresas, tuvieron esta cuestión de presentarse en distintos certámenes, premios, etcétera, que le van dando a este quehacer. Digamos, gente formada, en una currícula muy específica, y que a partir de ahí, con esos saberes, tenían un desarrollo práctico como empresarios, y como empresarias.

 

Es interesante cómo señalás, en uno de tus artículos, podía encorsetar a veces las propias experiencias de los diseñadores o dificultaba el poder presentar a estos emprendimientos en otra clave…

 

Me parece que esas cuestiones aparecen cuando uno toma X concepto como si fuera algo dado, y pierde de vista que esa categoría es el resultado de una serie de procesos por los cuales atravesó, en este caso, la conformación del diseño como tal, logrando reconocimiento y legitimidad más allá de la universidad en Argentina. Esta categoría logra sedimentarse como un consenso alrededor de cómo se denominaba a estos emergentes que mencionamos en ese momento, y resultó en una categorización muy potente, en el sentido de que parece abarcar todas las posibilidades del diseño en un momento. Incluso ha sido adoptada en otros países que interpretan esa clave asociada al diseño profesional, al desarrollo de ciertos puntos, a la manera de nodos del diseño en distintos barrios de las ciudades de la región. Por ejemplo, en Santiago de Chile se habla de “Diseño de Autor", y se reconocen barrios con circuitos parecidos a lo que nosotros podemos asimilar en Palermo. Desde ese punto de vista, es una categoría funcional y efectiva, eficaz, para nominar este conjunto de cosas. Pero, por otro lado, por lo menos  desde lo que respecta al análisis más relacional, social, en la perspectiva que trabajamos, no deberíamos tomarlo como algo concreto y dado, sino que es interesante ver cuáles fueron las condiciones de producción de esta categoría, a qué remite, cuáles son los lugares de inserción donde ha sido más relevante, etcétera, etcétera. Entonces, sí, desde el quehacer del diseñador o la diseñadora en términos individuales, hay algunos que se van a reconocer dentro de esta categoría, y hay muchos otros que tal vez no. Digamos, desde la prensa, o de distintas otras zonas discursivas, son asociados a esta categoría, pero cuando se les pregunta por su percepción en términos individuales, te van a decir 'bueno, no sé, para mí el diseño de autor, yo me lo imagino como algo que produce cosas únicas, y a mí me interesaría más poder escalar mi producción y hacer algún otro tipo de cosas, etcétera, etcétera'. No es que se enojen porque los engloben en esa categoría, pero sí a veces aparece eso como de que 'no me representa'. Pero es lógico que suceda, al mismo tiempo, porque estamos justamente ante procesos que remiten a una producción colectiva, donde los diseñadores solitos, de pronto, no pueden salir a mostrar sus productos y lo geniales que son, sino que, bueno, hacen partes de estos procesos en los que convergen otras lógicas, otros actores… Les recomiendo leer Emprendedores del Diseño, que explica muy bien todo eso (risas).

 

¿Qué desafíos observás en la actualidad para los estudios de las ciencias sociales sobre el diseño?

 

Voy a hablar un poco de lo que es hacer investigaciones en clave social, en términos más generales. Creo que los desafíos consisten en entender uno mismo desde qué lugar está construyendo lo que se llama el objeto de investigación, ¿no? Una cosa es si yo voy a hacer un análisis estético del diseño, o desde la proyectualidad donde podríamos decir X cosas, otra cosa es si yo me paro en un análisis de trayectorias de personas que han desarrollado empresas de diseño, es otro tipo de pregunta. Y cada una de estas distintas opciones te propone que trabajes atendiendo a determinados ejes específicos. Lo interesante de trabajar desde las ciencias sociales es que te permite cierta plasticidad, en donde vos, según desde donde te parás conceptualmente, analíticamente, construís distintos objetos de investigación, o distintas preguntas de investigación, tal vez sobre un mismo caso, pero estamos mirando dimensiones o facetas diferentes de ese fenómeno empírico. No hay una única forma de abordarlo y eso me parece que es interesante.

A mi modo de ver, en el tipo de estudios que yo hago, necesariamente vos tenés que estar atento a esas cuestiones de índole, cambio cultural en términos amplios, que yo les mencionaba. No solamente es la práctica de quien diseña, sino también de cómo circulan los diseños y todo lo que eso implica en términos de mediaciones, donde vos, si bien vos no vas a hacer un análisis de consumidores, tenés que estar atendiendo a ciertos indicadores que te permitan, de alguna manera, dimensionar cómo están circulando esos productos, y los productores, que es algo muy importante también. La manera en la cual circulan los productos y productores hoy en día, hablando de productos de diseño de indumentaria, ha cambiado un montón. Apareció la circulación en redes, en Instagram, por ejemplo, aparecen nuevos actores, modalidades de difusión y de consumo, son cosas a las cuales necesariamente hay que atender. Y les decía, en el estilo de estudios que a mí me gusta desarrollar, no perder de vista que estamos hablando de formaciones productivas, tanto en términos simbólicos, que hacen a la reproducción del reconocimiento del diseño como algo valioso, como algo que vale la pena adquirir, usar, etcétera, pero al mismo tiempo, como algo que produce valor en términos económicos, y qué pasa con eso. A mí la dimensión más económica, de lo que tiene que ver con la producción cultural, me interesa mucho, pero digo, hay otras posibilidades de investigación, a eso voy. No quiero decir que mi mirada, o mi receta, sea la única.

 

¿Cómo considerás que es la situación actual de los estudios sobre el diseño en el marco más amplio de la investigación en ciencias sociales?

 

Desde que yo me recibí para acá, el sistema científico argentino cambió un montón también. Se abrió la posibilidad, mediante la inversión pública, de otorgar becas de posgrado, pero también en líneas de financiamiento para proyectos de investigación, se abrió la posibilidad de darle lugar a esos intereses, donde van surgiendo distintos tipos de temas, sea el diseño, sea el mundo del libro y la edición, sea algunas otras zonas de la producción cultural. Hay como una cuestión de circunscribir líneas de investigación en función de la temática, por ejemplo, el diseño, ¿no? Cuando a mí, por ahí me interesa más discutir no tanto sobre la temática, sino de los procesos sociales que están en la base de la construcción del problema de investigación. Entonces, para mí, el diseño es una 'excusa', o es la puerta de entrada para poder hablar del cambio cultural en los sectores medios, de cómo se produce valor colectivamente con una fuerte impronta simbólica, cómo se desarrollan trayectorias empresariales o emprendedoras (en el contexto específico de Argentina, con todas las particularidades que eso tiene en términos sociales, políticos, económicos), cómo vos podés identificar distintos temas públicos que son eficaces en contextos históricos determinados y no en otros, y eso nos permite esta idea de cambio cultural de la que hablaba antes. Eso es lo que a mí más me interesa discutir, un poco más por fuera de estas etiquetas que se pueden llegar a poner desde la necesidad que hay de sistematizar, o de agrupar, estudios en las ciencias sociales.

Un poco como jugando con lo que decíamos antes, por ahí no todos los diseñadores se sienten representados por la categoría de “Diseño de Autor”. También pasa ahí un poco eso. Si vos me decís 'bueno, vos Paula, ¿hacés estudios del diseño?', yo te diría, 'no tanto'. Para mí el diseño es una puerta de entrada para hablar de otras cosas. Obviamente, para hablar de esos procesos más de fondo que te digo, necesariamente tenés que entrar por la especificidad, no podés abordarlos en abstracto.

Así en el equipo de investigación hemos desarrollado líneas de investigación que ponen en diálogo otros espacios del quehacer, algunos que tienen que ver con otros segmentos de la industria de la indumentaria, algunos que tienen que ver con políticas públicas de desarrollo de la cultura y que tocan al diseño, otras que tienen que ver con artesanías. Lo que está de fondo no sé si termina en el estudio del diseño, sino que el diseño es lo que permite entrar a estos recortes problemáticos, lo que le da especificidad a estas cosas que si no quedarían en la abstracción, porque son procesos prácticamente inasibles si uno los enuncia sin una especificidad. Entonces, en mi caso por lo menos, el diseño de indumentaria fue un gran caso específico para poder dar cuenta de estos problemas en términos analíticos, en tanto pregunta de investigación en clave social. Es decir, cómo se adaptan los sectores medios, sectores medios desclasados porque les cayó la peor crisis de toda la historia de la humanidad encima, ¿cómo se rearman? Bueno, en parte, porque ponen en juego la tradición de formarse en la universidad, se pone en juego eso, capital cultural, capital educativo, capital social, y de alguna manera se rearman esos segmentos más jóvenes. Pero, bueno, el caso es que yo podría haber hecho algo similar, supongo, si hubiera hecho, diseño industrial, pero el número de casos con los que se podía trabajar era muchísimo menor, a eso voy. También jugaba un poco la representatividad de todo eso, qué tenía más visibilidad en ese momento. Porque si lo hubiera hecho, no sé, chefs, el auge de las carreras de cocina, ¿de dónde salió Narda Lepes o Trocca? La trayectoria de Narda Lepes podría homologarse, realizarse una homología de posición, con lo que es la trayectoria de una diseñadora consagrada, o de un exponente de lo que se llamó -a la manera del “diseño de autor”- el “nuevo cine argentino”.

 

Pensando en los cambios en la ciencia argentina, que te involucran como investigadora, ¿Qué opinás sobre la brecha de género en este ámbito?

 

Creo que en los últimos cinco o diez años eso se fue revirtiendo bastante. Actualmente en CONICET hay más mujeres que varones (como becarias e investigadoras). ¿Cuál es el punto entonces? En los escalafones más altos, todavía son más varones (investigadores principales y superiores). Ahí hay algo generacional, en el sentido que hay que esperar a que las becarias de hoy o de hace 5-10 años lleguen al momento de poder aplicar a esos puestos. Quiero decir, desde que se apostó a invertir en el sistema científico como política pública se han dado transformaciones y se ha empezado a contemplar más la dimensión de género, en los casos de maternidades, por ejemplo. En la planificación de informes o de becas eso se empieza a contemplar. Me parece que también en términos de líneas de financiamiento, eso está cada vez más equiparado dentro de todo. Hay cupo para mujeres, para mujeres jóvenes. Digo, si bien la desigualdad es algo que persiste, me parece que no es de los lugares en los que estemos más complicados en ese sentido, por lo menos hoy. En la Facultad de Ciencias Sociales hemos tenido dos decanas, la actual y la anterior; cada vez hay más mujeres que logran la titularidad en cátedras. Yo misma soy un exponente de eso, aunque en carreras muy feminizadas, Diseño de Indumentaria y Diseño Textil, ¿no? Quiero decir, cuando yo empecé esto era distinto, pero hoy en día creo que se avanzó bastante para las personas que se van insertando ahora en lo que es el sistema científico. ¡Lógico, sin alcanzar una plena igualdad ni mucho menos! Pero sin dudas hay mejoras.

 

Un poco antes habías hablado de la construcción de problemas de investigación y, brevemente, de las experiencias con tesistas, ¿cómo fue tu experiencia en la configuración de equipos de investigación y en la formación de jóvenes investigadores en la vida académica?

 

En cuanto a mi expertise como tutora, por supuesto, los primeros padecieron mucho más de prueba y error (risas). Apenas me recibí, empecé a trabajar como ayudante en el seminario de investigación de Lucas Rubinich que me dio esa oportunidad siendo muy jovencita. Ahí trabajábamos en el desarrollo de proyectos de investigación. Cuando llegué a la instancia de poder acompañar el trabajo de tesis de alguien que se estaba formando en un posgrado, yo ya tenía más de diez años de trabajar construyendo y corrigiendo propuestas de investigación. Igualmente era muy joven cuando Ezequiel (Saferstein) me pidió que lo acompañara en su trabajo de hacer la tesis. ¡Y dudé! Pero, bueno, teníamos presente que en la matriz conceptual y en el problema de investigación que se estaba construyendo, hablamos el mismo idioma. Pienso que se pueden acompañar trabajos sobre temas y casos diferentes, pero con una estructura teórico-metodológica en común. Yo creo que eso allana mucho las cosas. Y juntos lo superamos, hizo un trabajo excelente y lo más importante: ¡seguimos trabajando juntos!

Y sobre las cosas que fui incorporando, tienen más que ver con disipar las trabas que surgen en alguien que se está formando, en el momento en que tiene que exponer su producción. Parece que "la tesis" parece lo único que vas a hacer en la vida y tiene algo de mucha carga. Tal vez yo ahí puedo trasponer desde mi experiencia personal, de la gente que he ido acompañando en sus tesis y en investigación, como una mirada mucho más pragmática, sobre qué sirve, qué no sirve y cómo lo resolvemos. Y creo que el rol de una directora, de un tutor, tiene que ver con eso, ¿no? O por lo menos mi intención es esa, desde esas primeras intuiciones que te trae la persona que quiere que vos lo acompañes en ese proceso, tratar de identificar hacia dónde van esas intuiciones, si podemos tener ese punto de contacto en común, donde a mí no me interesa transponerles mi modelo de investigación o mis ideas sobre el análisis de lo social, pero sí una rigurosidad en el quehacer de la investigación, que podamos tener un ida y vuelta y que nos entendamos, si estamos en la construcción de ese problema y poder ayudarla o ayudarlo a extraer el máximo potencial de esas preguntas y de esas intuiciones que andan dando vuelta. Porque muchas veces pasa eso, investigaciones con un montón de datos, con un montón de trabajo de campo, con un montón de riqueza en muchos sentidos, y que quedan como en un embudo, donde, de vuelta, ese salto a poder hablar de procesos sociales en términos teoría social bien clásica, si ustedes quieren, se queda como medio ahí, ¿no? Y humildemente me parece que los trabajos de mis tesistas (no sé si se dice así), o de la gente que yo acompañé durante sus tesis, un poco de esto se luce, hay un valor ahí. Eso es lo que a mí más me gusta. Que se luzcan cada una y cada uno con sus trabajos, que se ponga en valor eso. Que no tengan miedo a, digamos, desde una base empírica, concreta, por lo menos tener la aspiración a contribuir a la construcción de conocimiento. ¡En términos bien clásicos! Me parece que va por ahí.

Los desafíos tienen que ver con eso, con ayudar a que se vayan bajando barreras, a que se vayan resolviendo problemas, que entiendan sus tiempos y los tiempos que exige hacer una tesis. Pero, bueno, también entendiendo que cada persona tiene sus modalidades, sus maneras, y desde ahí, qué aporte puede uno hacer de la manera más respetuosa para que, en un tiempo que es finito, pueda poner en valor eso que venía trabajando con tanto esfuerzo, ¿no? Porque, digo, más allá de que tengas una beca, y no es que las personas que se forman en posgrado tienen un financiamiento extra, o algo similar para hacer sus trabajos. Es mucho trabajo de esfuerzo individual, sobre todo en ciencias sociales, muchas veces en solitario. Y creo que va por ahí. Tratar de construir problemas de investigación sólidos, consistentes, metodológicamente bien planteados, con su peso teórico, y que, en esa sinergia, se luzca ese esfuerzo del trabajo realizado en términos de trabajo de campo, búsqueda de datos, etcétera.

 

Siguiendo con tu trayectoria docente, y recuperando los diez años de tu cátedra de Sociología en la FADU [Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires.], ¿Qué desafíos encontraste, y encontrás en la actualidad, dando clases en las carreras de Diseño de Indumentaria y Diseño Textil?

 

El principal desafío fue, es y será cómo lograr que la sociología sea atractiva para una futura diseñadora (o diseñador). Desde que presentamos el primer programa en 2011, cuando presentamos la propuesta de cátedra y fue aceptada, entendía que el desafío tenía que ver con presentarles herramientas que, desde la teoría social, pudieran ser útiles para alguien que se está formando como profesional en diseño. Y desde ese lugar, lograr que el contenido fuera lo más atractivo posible para una persona de 19-20 años, que está interesada en estudiar otras cosas, no sociología. Entonces, bueno, desde qué lugar se puede presentar esto y que puedan incorporarlo como una herramienta, ¿no? Una herramienta que, a mi modo de ver, o desde la propuesta de la cátedra, pretende entrenarte en eso de estar atento a decodificar determinadas variables que te hacen comprender el contexto en el cual estás plantado en un momento determinado en un lugar determinado. Básicamente es eso. Con que más o menos se vayan con un armado que les permita realizar ese tipo de ejercicios, interpretar dónde están paradas como profesionales, estamos contentos.

 

Y en relación a tu rol docente en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA…

 

Doy un seminario de investigación, que se llama 'Sociología de la cultura II. Sociología de los intelectuales' y tiene que ver con esto de producción de sentidos, en términos amplios, producción de visiones del mundo. El titular es Lucas Rubinich, que fue mi director en el posgrado. Yo empecé siendo ayudante, fui JTP durante mucho tiempo, ahora soy adjunta. Y ahí el objetivo es otro. El objetivo es realizar prácticas de investigación en sociología de la cultura. Entonces, bueno, tiene mucho más que ver con esto de construir objetos de investigación. ¡Que no es fácil! No es fácil ayudar a las personas en este proceso. Muchas veces, me parece que ustedes han transitado talleres de tesis, bueno, esto es como que muchas de las propuestas formativas llegaron a este punto donde 'presentá este proyecto', ¿y después qué? Un poco es eso. Durante muchos años nosotros trabajamos con esto de armar el proyecto de investigación en el seminario, era como el trabajo final. Era mucho el trabajo al correr de la cursada, pero también muy buenos los resultados, en el sentido de que mucha gente, con esos proyectos de investigación, luego se presentaba para becas UBACyT o becas CONICET y, bueno, tuvimos un montón de casos de éxito en ese sentido. Y creo que es algo que circula por los foros de Facebook: que es exigente pero que aprendés un montón (risas).

También tecnológicamente se puede trabajar de otra manera. En los últimos años le estamos tratando de poner un poco más de contenido sobre esto de cómo es hacer una investigación, concretamente. Por ejemplo, tratar de armar algunas experiencias de investigación colaborativa entre los estudiantes, como para que vean un poco cómo es el quehacer también, cuando todo eso que vos sabés, en términos conceptuales o abstractos, te choca con el horizonte de lo posible, ¿no? Sí, a mí me hubiera encantado entrevistar a todas las diseñadoras, a todos los diseñadores, los empresarios... pero no. Resultaba que era yo una sola, y, si hubiera hecho todo eso, todavía estaría haciendo las entrevistas para poder presentar el trabajo del doctorado. ¡Por eso tenés que saber hacer y fundamentar una muestra! También es eso, qué negociaciones, o qué tensiones aparecen para irse resolviendo, mientras uno hace una investigación.

 

¿Cómo percibís a las nuevas generaciones de egresados y egresadas de la carrera de Sociología? ¿Qué desafíos considerás que están afrontando en la actualidad?

 

Como docente de una de las carreras de sociología que hay en el sistema público, digamos, teniendo en cuenta que yo además siempre me desempeñé en los últimos años de la carrera, ese es el espectro de estudiantes con los cuales tengo contacto, me parece que todas las carreras, particularmente, Sociología, en los últimos años, ha registrado una merma en la cantidad de ingresantes, y que eso representa algún tipo de pregunta que nos tenemos que hacer. Me parece que, en particular, las graduadas y los graduados de la Carrera de Sociología en la UBA, donde yo tengo mi experiencia más cercana, es gente con una formación interesante, que les permite distintas modalidades de inserción, sea en el mundo académico, en las distintas posibilidades que da el sistema científico, pero también en la gestión pública, en el estudio de mercado y opinión pública, consultoría... Es muy diversa la posibilidad de inserción, y me parece que, por lo menos, en los casos que yo conozco, es gente con una formación muy solvente que les permite transitar de manera exitosa distintos espacios de inserción laboral. ¿Qué desafíos aparecen? ¿Qué tipo de perfil de profesional se está construyendo? Bueno, en particular la Carrera de Sociología en la UBA, tiene todavía pendiente, o está discutiendo la actualización de su plan de estudios. Entonces, por ahí, algunas de mis ideas irían más por ese lado, ¿no? Más que evaluar a las personas que se gradúan que no es mi rol, ni mucho menos. Yo las preguntas que me hago son más en función de cuál puede ser mi aporte, desde mi lugar de docente, y desde ahí poder dar lo mejor que se pueda, como ustedes saben, con compromiso y excelencia.

 

Y para ir cerrando, ¿nos podrías recomendar alguna lectura? Puede ser de sociología o de otra área que consideres interesante o significativa para el ejercicio de la sociología.

 

Primero lean La educación sentimental y después lean Las reglas del arte. ¡Y ahí terminan de odiarme por toda la historia de la humanidad! Pero, en serio, todas mis recomendaciones, consejos, a las personas que se forman conmigo, sea en el grado, en el posgrado, como directora de tesis, o lo que sea, siempre van a ser más del estilo Elige tu propia aventura, tienen mucho que ver con mantener viva la curiosidad, con cómo no quedarte en 'el tema'. Si te mando a leer algo, ver una película o visitar un barrio no es para resolverte la inquietud, sino que es justamente para que encuentres ese lugar donde la curiosidad se puede desplegar, ¿no?

 

¡Muchas gracias, Paula, por tu tiempo y disposición!

 

 

 

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